La historia de la vida de Smoke the Guitarist se parece a un guion intrigante de un thriller de Hollywood, excepto que, en este caso, todo es cierto.
Nico Lawrence nació en Durban (Sudáfrica) un 1 de enero a las 12 en punto de la medianoche, a los 7 meses, dos meses antes de su tiempo. Se crio en Nqabeni, una comunidad agrícola en KwaZulu-Natal donde, a la edad de cuatro años, su padre, un pastor predicador, le enseñó a tocar la guitarra.
Cuando estaba en cuarto grado, escuchó Meet Me in the Morning de Bob Dylan. Según sus palabras, «la canción tenía un sonido que me cautivó. Me quedó grabado. Escuchaba muchos géneros diferentes, tanto locales como internacionales, pero no encontraba aquel sonido que escuchaba en mi cabeza». Por otro lado, su cuñado, que en ese momento vivía en Estados Unidos, volvió a casa con dos casetes de Eric Clapton y BB King y «eso fue todo, estaba vendido al blues».
Nico siguió tocando la guitarra durante su infancia, pero a los 15 años decidió dedicarse al fútbol profesional, ya que demostraba ser un jugador con mucho talento, y dejó de lado su carrera musical. Desafortunadamente, esos tiempos en el deporte no salieron como esperaba y tuvo que lidiar con algunos asuntos personales hasta que decidió dar un giro de 360º en su vida.
Dejó el fútbol y se mudó con su esposa a Marburg, donde dirigió una fábrica de reciclaje y gestión de residuos. Pero, solo ocho meses después de que comenzaran su nueva vida, un incendio arrasó su complejo. La tragedia los dejó solo con la ropa que llevaban puesta y sus guitarras, que no había tocado en años. Fue una pérdida devastadora ya que habían invertido los ahorros de toda su vida en el negocio.
Desde la miseria, Nico y su familia se mudaron a Johannesburgo en busca de un nuevo trabajo para empezar una nueva vida desde las cenizas. Al principio no encontraba trabajo y, siguiendo el consejo de un amigo que le dijo “usa lo que tienes”, cogió la guitarra y empezó a practicar de nuevo.
Después de un año pasando penurias, Nico encontró trabajo en una tienda de golosinas en la piscina municipal de Edenvale, y fue entonces cuando se dio cuenta de que podía dedicarse a la música profesionalmente. Cuando hacía sus pausas en el trabajo, cogía su guitarra, se refugiaba en el almacén y bajaba la persiana hasta la mitad para practicar. Cada vez que hacía eso, se daba cuenta de que las ventas subían. Cuando abrió completamente la persiana y empezó a cantar, las ventas se dispararon. Los padres que iban a la piscina decían que iban por la música y que los dulces para sus hijos eran solo la excusa para estar allí.
Fue entonces cuando se adentró en la escena musical y se unió a algunas bandas. Cuando tocaba con Alfred’s Band, le pusieron el apodo de “Smoke” por su forma de tocar la guitarra. Aceptó a regañadientes el apodo ya que para él evocaba dolor por el incendio en el que había perdido todo lo que poseía.
Hoy, Smoke J. Lawrence se gana la vida con la música. Actúa como un auténtico bluesman del Delta del Mississippi que comprende el poder sanador y unificador de su género. A través de un catálogo de auténticas composiciones de blues que nacieron de dificultades insondables y duras leyes discriminatorias, políticas y atrocidades coloniales, Smoke intenta capturar la realidad de la vida en su país natal, ahora democrático, Sudáfrica.
Presentar la música blues a las masas, la mayoría de las cuales nunca han oído hablar del blues, es un punto de enfoque clave del «Smoke Train Blues Movement of Africa», una misión que Nico ha asumido para mantener vivo el blues educando al público africano sobre el poder de la llamada y respuesta, como es el de la cultura africana, tan incrustado en su genética que ni siquiera tienen un nombre para ello, un reto muy vivo que Smoke planea extender por todo el continente africano.
Smoke J. Lawrence (veu i guitarra)
Llorenç Barraquet (guitarra)
Vicent Rebull (baix)
Vicent Soler (bateria)